La elección de una fuente es una decisión importante para cualquier proyecto de diseño gráfico, ya que puede afectar en gran medida la percepción que se tiene de la marca o del mensaje que se está tratando de transmitir. Una de las decisiones más comunes que se deben tomar al elegir una fuente es si utilizar una fuente serif o sans serif.
Las fuentes serif se caracterizan por tener pequeñas líneas adicionales al final de las letras, mientras que las fuentes sans serif no tienen estas líneas adicionales. Aunque ambas fuentes tienen sus usos, las serif a menudo se emplean para representar la tradición y la formalidad.
La razón es en parte debido a su historia. Han estado presentes en la escritura desde la antigua Grecia y Roma, y han sido empleadas en la tipografía desde la invención de la imprenta en el siglo XV. Durante los siglos XVIII y XIX, las fuentes serif se convirtieron en la norma en la mayoría de los libros y documentos oficiales. Esta tradición continuó en el siglo XX, cuando las fuentes serif se convirtieron en la opción preferida para la mayoría de los periódicos y revistas. Por otro lado, se perciben más legibles que las fuentes sans serif en textos largos, como libros y artículos de revistas. Las líneas adicionales en las letras hacen que las palabras sean más fáciles de leer y seguir, lo que es especialmente importante en la impresión. Con el agregado que se aprecian más refinadas y elegantes, lo que las hace ideales para proyectos de diseño en los que se busca un toque de sofisticación.