La Cléma y Nata es una marca de contenido digital enfocada en gastronomía urbana, tendencias culinarias y reseñas de restaurantes, liderada por un creador de contenido con estilo irreverente y criterio auténtico. Desde Instagram, su voz mezcla humor y honestidad para explorar los mejores (y peores) rincones de la comida callejera, gourmet o emergente.
El sistema de identidad visual fue diseñado para capturar energía, personalidad y reconocimiento inmediato. Se trabajó desde la estética del entretenimiento popular (años 90 y cultura digital) para construir una marca con presencia propia, adaptable a entornos físicos, digitales y colaboraciones con marcas de alimentos.
Tipografía bold con estructura irregular que transmite voz propia y estilo crítico.
Colores vibrantes y contrastados (naranja, fucsia neón, morado profundo, lima ácida) que remiten a cultura pop y comida street.
Sistema gráfico en capas con sombras y desplazamientos que generan volumen y efecto sticker digital, fácilmente aplicable en reels, thumbnails y merchandising.
El resultado es una identidad dinámica, exagerada y con carácter, perfecta para destacar entre el ruido visual de redes sociales y reforzar la conexión con una audiencia joven y curiosa.
El desarrollo de identidad visual para su marca personal se concibió como un sistema sobrio, cálido y altamente simbólico, capaz de reflejar su experiencia profesional sin abandonar lo humano. El isotipo, construido a partir de líneas orgánicas contenidas en un círculo, sugiere tres niveles complementarios:
El cuerpo femenino y sus ciclos naturales.
El vínculo materno (madre e hijo/a).
El flujo vital, representado por curvas suaves que evocan agua y energía.
La elección de una paleta neutra cálida (ocre y gris petróleo) equilibra proximidad y confianza, mientras que la tipografía geométrica aporta modernidad y orden. El conjunto proyecta un mensaje de profesionalismo técnico con calidez emocional, ideal para una especialista que acompaña a sus pacientes en momentos íntimos y trascendentes de sus vidas.
Construir una marca personal sin caer en lo genérico
En un entorno donde abundan los foodies y las reseñas culinarias, era clave crear una identidad con personalidad real. El naming, el tono tipográfico y la paleta irreverente fueron clave para destacar desde el primer frame.
Diseñar para plataformas digitales, no solo para logos
La marca debía verse potente en thumbnails, reels, stickers, y videos móviles. Por eso se evitó cualquier estructura corporativa o minimalista, apostando por una estética maximalista que llama la atención en segundos.
Equilibrar caos visual con legibilidad
Aunque la marca abraza lo disruptivo, era clave mantener buena lectura y escalabilidad. Se diseñaron variantes y márgenes de seguridad para asegurar visibilidad en cualquier dispositivo, aun a tamaños muy reducidos.
Mantener humor y profesionalismo en balance
La identidad visual debía ser divertida, pero sin perder estructura ni coherencia. El sistema de color y composición permite jugar con tonos irónicos, sin sacrificar la credibilidad como influencer gastronómico serio.
Escalabilidad para activaciones y colaboraciones
La marca fue pensada como plataforma: desde stickers y colaboraciones con restaurantes, hasta productos propios. La identidad es flexible para ser aplicada sobre packaging, reels patrocinados o eventos pop-up.